11.11.06

EL INGRESO EN CHILE


Chile es uno de los países con peor desigualdad del ingreso de América Latina e incluso del mundo. Al mismo tiempo, durante la última década, el "modelo chileno" ha sido considerado como un ejemplo paradigmático que debiera ser imitado por los países en desarrollo y en particular, por los países latinoamericanos. ¿Cómo se concilian estos dos fenómenos?
Existe consenso respecto al rol positivo de la educación para reducir la desigualdad del ingreso. Las sugerencias están orientadas a mejorar el acceso y la calidad de la educación. Sin embargo, los resultados de esta política sólo serán percibidos en el largo plazo.
Chile ya tiene un mejor nivel educacional promedio que Argentina, Costa Rica y México, ¿cómo se explica que tenga una peor situación distributiva? Por otra parte, para un latinoamericano promedio, a través de toda su trayectoria de vida, finalizar sus estudios secundarios (12 años de escolaridad) ni siquiera le permite triplicar los ingresos que tiene un analfabeto. La diferencia cuantitativa en el perfil de ingresos sólo se materializa cuando este latinoamericano promedio adquiere una carrera universitaria; i.e., una profesión universitaria constituye realmente el mecanismo para acceder a un standard de vida bastante diferente del de un analfabeto. Pero, no es viable la posibilidad de que todos los jóvenes chilenos (y latinoamericanos) ingresen a la universidad. Entonces, ¿cuál es la solución?
Un segundo foco de políticas específico para el caso chileno está asociado a la situación de las mujeres. La tasa de participación femenina en la fuerza laboral chilena es notoriamente inferior a la de otros países latinoamericanos. Este diferencial de menor participación femenina chilena se observa a través de todos los grupos de ingreso. Además, es posible apreciar en Chile el gran diferencial existente en la tasa de participación femenina para distintos estratos de ingresos; 50% en el decil más rico y sólo 20% en el 30% más pobre. ¿Por qué es relativamente tan baja la tasa de participación femenina en Chile?
El tercer foco de políticas debiera estar orientado a enfrentar el problema del mayor tamaño relativo y mayor tasa de dependencia de las familias de más bajo ingreso. En síntesis, los trabajadores de los quintiles inferiores tienen que mantener al triple de personas que los trabajadores de los quintiles superiores. En términos más generales, debiera haber una política orientada a racionalizar el tamaño de la familia especialmente en los grupos de menor ingreso. El costo económico de cada hijo adicional es muy distinto de cero; el incremento en el número de hijos de una familia afecta la calidad de vida de todos los hijos en el presente y tiene una incidencia importante en el perfil de ingresos futuros.

10.11.06

LA DISTRIBUCION DE LA RIQUEZA


Por Raúl Escobar Vera

Uno de los indicadores más conocidos de la distribución del ingreso es el Coeficiente de Gini el cual tiene la ventaja de resumir en una sola cifra la conformación de la distribución del ingreso para una población en un momento y lugar determinados. Dicho coeficiente asume valores que van de 0 a 1, donde 0 indica una distribución perfectamente igualitaria, es decir cada persona o familia posee el mismo nivel de ingreso y donde 1 corresponde a la distribución perfectamente desigual es decir una persona o familia posee la totalidad del ingreso. En los extremos del coeficiente todos ganan igual o uno gana todo. De esta manera un Coeficiente de Gini más alto o creciente indica mayor desigualdad y un Coeficiente de Gini más bajo corresponde a menor desigualdad. Por lo que se comprende que el objetivo de redistribuir apunta a un coeficiente progresivamente decreciente lo que se logra al conjugar dos factores: incrementar nuestros niveles de ingreso y, además, bajar nuestros niveles de desigualdad .

El coeficiente de Gini de Chile es de 0.435. Comparado al nivel de América Latina observamos a Brasil con un coeficiente de 0.5 y Uruguay con 0.3, siendo el promedio de la región de 0.413. Es decir respecto de esta cifra apenas estamos 5% más alto que el promedio de la región . En el tiempo, desde el año 1984 Chile ha bajado su coeficiente desde un 0.4723 al actual 0.435 .

Otro indicador que se refiere a niveles de desigualdad es el análisis de quintiles, en que la población se divide en quintos o quintiles que van del quintil de más altos ingresos al quintil de menores ingresos. Es decir del 20% más rico al 20% más pobre. Se estratifica en 5 grupos por lo tanto. El 20% más rico se lleva alrededor del 50% del ingreso y el 20% más pobre alrededor del 5% del ingreso. Desde el año 1958 hasta fines de los 90, de acuerdo a la Encuesta de Ocupación y Desocupación realizada sistemáticamente por la Universidad de Chile, esta desigualdad marcha a la par con los ciclos económicos de nuestra sociedad. Esta desigualdad se explica en términos simples porque los pobres son muy pobres, porque los ricos son muy ricos o por una combinación de ambos elementos.

Un estudio del BID aporta datos concluyentes sobre la materia. Si en nuestras observaciones elimináramos el 10% más rico Chile tendría una desigualdad equivalente a la de un país europeo. A partir de esto podemos afirmar que Chile es un país desigual por el comportamiento de la parte superior del ingreso y que la desigualdad es sistemática en el tiempo.

Un indicador que también aporta interesante información es el que muestra indicadores de pobreza a partir de la encuesta Casen de MIDEPLAN. Esta encuesta es la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional, que es una herramienta básica de diagnóstico y evaluación del impacto de la política social en los hogares y programas más importantes que componen el gastos social. Esta encuesta proporciona información acerca de las condiciones socioeconómicas de los diferentes sectores sociales del país, sus carencias más importantes, la dimensión y características de la pobreza, así como la distribución del ingreso de los hogares. Se realiza cada 2 años y la última que consultamos corresponde al año 2003 .

Al analizar los datos de dicha encuesta desde el año 1990 al 2003 se ve que para el año 1990 existía un 38.6% de pobres indigentes y pobres no indigentes. Esta cifra se reduce en el año 2003 a un 18.8%. De lo anterior organizaciones como el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo y las Naciones Unidas consideran que Chile es un país muy exitoso en la reducción de la pobreza.

Adicionalmente al aspecto cuantitativo de la distribución del ingreso, adquiere gran relevancia el aspecto cualitativo. En efecto, enormes diferenciales de calidad en la salud, en la educación, en la vivienda, en la justicia y en la previsión contribuyen de manera significativa a la percepción global de existencia de un aumento en las desigualdades sociales. Es muy probable que estos diferenciales cualitativos hayan existido siempre; sin embargo, lo que sería diferente hoy en día, es que la sociedad ha adquirido conciencia crítica respecto a su existencia. Esto es lo que sucede cuando un país aumenta su ingreso per cápita de US$ 3.500 a US$ 7.500.

Un elemento fundamental del Estado es el gasto social que realiza, teniendo como objetivo esencial mejorar las condiciones socioeconómicas de los más necesitados. Este gasto se orienta a salud, educación, vivienda, subsidios y otros ítems. Si analizamos las cifras del gasto social respecto del coeficiente de Gini observamos que al agregar el gasto social a los ingresos, este coeficiente baja. Por ejemplo, en el año 1990 de un 0.55 a un 0.52 y haciendo el mismo ejercicio para el año 1998 cae de 0.56 a 0.50 .

Desde el punto de vista analítico, es muy importante explicar cuáles son los factores determinantes de la reducción de la pobreza. En un interesante trabajo metodológico, Larrañaga en 1994 descompone el cambio en la pobreza en función de efectos asociados al crecimiento económico y a cambios distributivos.

El resultado principal del estudio de Larrañaga plantea que el rápido ritmo de crecimiento económico del orden del 7% anual explicaría el 80% del nivel de reducción de la pobreza (entre 1987 y 1992). Hay dos mecanismos a través de los cuales operaría el acelerado crecimiento económico: (i) la generación de fuentes de empleo lo cual hace disminuir la tasa de desempleo, y (ii) el aumento de las remuneraciones reales. El desempleo es un factor de alta preponderancia en las familias que están en la pobreza.

En consecuencia, en la reducción de la pobreza, es decir el número de pobres entre 1990 y 1996, la incidencia del alto ritmo de crecimiento económico sería del orden del 60% y la incidencia de las nuevas políticas sociales, implementadas en 1990 sería 40%. Obviamente no cualquier política social cumple adecuadamente este rol. En efecto, el aumento de recursos destinados a políticas sociales no genera automáticamente un impacto positivo sobre la reducción de la pobreza; es necesario que haya sistemas permanentes de control y evaluación de la eficiencia de las políticas sociales en la consecución de sus objetivos de disminución y erradicación de la pobreza.

Los programas sociales en salud y educación tienen una alta incidencia en los ingresos de los pobres. En efecto, estos dos programas representan por sí solos un 50% de los ingresos autónomos del quintil de más bajos ingresos y los subsidios a salud y a educación proporcionan un complemento de un 50% al ingreso del quintil más bajo. Cabe señalar que el gasto social en salud y en educación es bastante focalizado; casi el 50% del gasto en salud y el 35% del gasto en educación están orientados al quintil más bajo .

De lo anterior podemos observar que el gasto social reduce la desigualdad de manera significativa y podemos afirmar que es posible a través del crecimiento económico tener mas ingresos para distribuir y que a través del gasto social es posible redistribuir mejor.

Un punto interesante de observar es que la lógica de redistribuir significa que, se reparte lo que todos producimos, con la intervención del Estado, que dirige parte de nuestros ingresos hacia los más necesitados.

Aquí surgen muchas orientaciones de cómo se puede trabajar el concepto de redistribuir y el cómo hacerlo a través del gasto social.

En este sentido apuntan las observaciones de MIDEPLAN en su documento sobre capital humano . Actualmente buena parte de la población, en particular la que se agrupa en los quintiles más bajos de ingreso, genera sus rentas a partir de la retribución salarial que obtiene al participar en el mercado laboral. Y si se considera que a mayores niveles de formación y experiencia aumenta la probabilidad de tener empleo y lograr mejores salarios, queda en evidencia que la ausencia de políticas públicas orientadas a distribuir conocimientos y habilidades puede incrementar las brechas dentro de la sociedad.

En la década de 1960, período en que la noción de capital humano retomó fuerza, comenzó a imponerse la idea de que el incremento en las calificaciones y competencias permitiría a las personas acceder a ventajas individuales, económicas y sociales. En particular, favorecería la obtención de mejores empleos y remuneraciones más altas, por lo que era percibido como un beneficio valorable económicamente. Hoy, también es entendido como un instrumento para la reducción de las desigualdades sociales, que permite disminuir la pobreza e incide en el mejoramiento de la calidad de vida. En esta perspectiva, se entiende por capital humano los conocimientos, calificaciones, competencias y características individuales que facilitan la creación de bienestar personal, social y económico.

La perspectiva de capital humano ve a los individuos como agentes dotados de habilidades, conocimientos y esfuerzos, que reciben una remuneración en función de su productividad y contribuyen de esta forma al crecimiento. En este caso, el valor del capital humano radicaría en el salario correspondiente a la valoración que otorga la sociedad a las capacidades, habilidades y conocimientos que posee, utiliza y comercializa un individuo. Así, la adquisición de conocimientos y habilidades es percibida como una inversión por la cual es posible obtener retornos.

El ya citado economista de la Universidad de Chile, Dante Contreras, plantea la posibilidad de mejorar la distribución de oportunidades en función de obtener mayores retornos.

En efecto. La clave de la economía social de mercado es el rol que tiene la competencia. Las empresas compiten por mercados, nosotros competimos por mejores puestos de trabajo, y los consumidores compiten por distintos bienes. En el terreno de la educación una fracción importante de la población está excluida de competir, lo que significa ineficiencia económica. Pongamos atención que para poder competir por un mejor puesto de trabajo se requiere mejor nivel de educación.

La misma encuesta de la Universidad de Chile anteriormente citada, nos proporciona antecedentes de los retornos de la educación en el país. Este retorno es el premio monetario por cada año de escolaridad del individuo. Dicha encuesta nos indica que el retorno que proporciona la educación primaria es constante a través del tiempo, el retorno de la educación secundaria es decreciente y el de la educación terciaria es creciente. Dicho de otro modo, en el tiempo los egresados de la educación primaria obtienen un ingreso constante, los egresados de educación secundaria cada vez ganan menos y los egresados de la educación terciaria ganan cada vez más. Esto también significa que la productividad de los sectores que ganan menos es baja. En definitiva, a mayor escolaridad se gana y se produce más por lo que se obtiene un ingreso mayor. Los datos a junio de 2005 son elocuentes. El ingreso familiar promedio se mantuvo en el 40% más pobre y tuvo un incremento en el 20% de mayores ingresos, respecto a igual período del año 2004 .

Ahora que sabemos que la educación terciaria importa, la pregunta es: ¿Quiénes acceden a dicha educación?

Al ver el promedio de puntaje en la PSU obtenido por un joven cuyos padres tienen educación universitaria completa versus el que sus padres tienen sólo educación básica completa, vemos que el primero obtiene en promedio 100 puntos más, independientemente de otros elementos como el crédito fiscal, del colegio donde estudió, la carrera elegida y otros factores.

Si consideramos a los alumnos que obtienen 700 puntos en la PSU, es decir aquellos que pueden elegir la Universidad y carrera preferida, sólo un 5% vienen de colegios municipales versus el 23% que vienen de colegios particulares pagados. Es decir, si a alguien le tocó nacer en una familia de bajos ingresos, de padres con baja escolaridad, en un colegio municipal, como es el caso de la gran mayoría de los chilenos, va a tener que competir con un alumno que viene de un colegio particular pagado y tendrá muy pocas posibilidades de hacerlo con éxito.

Esto se complementa de manera aún más dura. Un alumno que está en el 10% de mejor desempeño, que proviene de un colegio municipalizado y de una comuna de bajos ingresos, obtiene, desde un punto de vista estadístico, menos ingresos que un alumno que provenía del 10% de peor desempeño académico pero que, sin embargo, venía de un colegio particular pagado y de una comuna de altos ingresos.

De lo anterior y bajo el concepto de la necesidad de real competencia para un mercado eficiente, en la educación esto no sucede. Esto significa que si se nace dentro del 20% de mayores ingresos, existe la más alta probabilidad de permanecer en ese segmento y al revés si se pertenece al 40% de menores ingresos lo más probable es que sus hijos sigan perteneciendo a ese segmento. De lo anterior se concluye, sin lugar a dudas, que el mercado de la educación es ineficiente, porque sus resultados no se correlacionan con los mejores, que alcanzan mayores ingresos por su mayor productividad sino con el acceso que se tiene a determinada educación. No es suficiente ser mejor, hay que tener un origen determinado. Así no es posible lograr mayor eficiencia desde el punto de vista de la persona, sino que esta está predeterminada estructuralmente. Esta enorme desigualdad significa competencia desleal.

Las cifras y enfoque expresado precedentemente apunta a verificar desde la perspectiva del mercado, hoy elevado a matriz indiscutible de nuestra economía y sociedad, las profundas desigualdades de distribución de nuestra riqueza. Pero aquí me detengo un instante. ¿Estamos distribuyendo riqueza o pobreza? Cuando una sociedad, crece unidimensionalmente o unilateralmente y distribuye sus bienes de ese modo, es claro que no obtiene un crecimiento integral. Incuba en su seno la diferencia y lo que es más grave margina permanentemente a ciertos quintiles, que en definitiva son personas, que nunca lograrán golpear las puertas de lugar alguno.

En el edificio Diego Portales se efectuó en junio del año 2004 un seminario sobre la democracia, economía y ciudadanía de donde tomo importantes conclusiones.

Se observó la necesidad de reinsertar los problemas de la economía en la agenda pública y devolver a la gente, al ciudadano, el derecho de opinar y de decidir sobre la política económica, confinada en los últimos tiempos a la consideración de una pequeña elite de especialistas.

Se destacó el rescate de la noción del bien público, de bienes de valor social –como los de educación, salud, comunicación–, a los que deben tener acceso todos los ciudadanos, no sólo los que pueden pagarlos. Este objetivo no sólo obedece a consideraciones de carácter moral sino responde al propósito práctico de formar recursos humanos para elevar los índices de competitividad.

Se dijo que en la mayoría de los países de la región ha llegado el momento de revertir los sistemas tributarios regresivos y negociar un nuevo pacto fiscal, que legitime el campo de responsabilidad del Estado, en la captación y redistribución del ingreso, con el objetivo claro de mejorar las condiciones de equidad social.

Subrayaron en ese seminario el concepto de competitividad sistémica, que mejore la productividad y que descanse en una sociedad incluyente, preparada para integrarse en la economía contemporánea y no en bolsones o nichos de eficiencia.

La educación es una de las más formidables herramientas de progreso y justicia social. Educar, organizar y disciplinar en torno a promover legítimas oportunidades para superar la horrorosa matriz de la desigualdad, es misión no sólo de políticos y economistas, sino de toda persona de bien.

LA DESIGUALDAD EN CHILE

A tu juicio ¿en que consiste la desigualdad?
"La desigualdad que tenemos en Chile es aguda, muy marcada. Sabemos esto desde hace mucho tiempo.

Habitualmente se discute y se interesa en una desigualdad de ingresos. Chile está en los primeros lugares en este sentido desde hace mucho tiempo, por lo tanto no es sorprendente que tengamos un 10% de la población muy bien educada, en muy buenos colegios y que viven en ghettos de riqueza, zonas y triángulos que puedes claramente definir. Prácticamente tú puedes nacer, vivir y morir en esos espacios y nunca enterarte que ocurre afuera.

Pero si tú lo manifiestas en términos de Vivienda, por ejemplo en metros cuadrados por persona; o bien de salud, de estatura promedio de la población por año de escolaridad, o de espacios de áreas verdes, o en fin en un sinnúmero de ámbitos, tú ves que hay una desigualdad gigantesca, aún más grande que sólo en materia de ingresos.

Y esa situación está instalada en Chile desde hace mucho tiempo. El punto crucial es que no va a tener ninguna solución de corto plazo."

¿Cuál es el origen de esta desigualdad?
"El informe del Banco Mundial de 2003 'Desigualdad en América Latina: Quebrando la historia' es muy claro en esto. Este informe buscaba la razón histórica de la desigualdad en América Latina comparando distintos países. Y hay cosas bien notables, hay paises más igualitarios que otros (Argentina, Uruguay, Costa Rica) y otros más desiguales (Paraguay, Ecuador, Brasil, Chile). Y ahí ves elementos en común, por ejemplo la distribución de tierras, realizada en grupos selectos cuando se configuró el país y después los vendió y obtuvo dinero. En Chile fue muy centralizada y detentada por ciertos grupos, pero en otros países fue más masivo.

Otro factor fue el derecho a voto basado en la educación de las personas, por lo tanto se elegían los representantes y las políticas y medidas en beneficio de los grupos que contaban con este acceso. Esas situaciones limitaron la posibilidad de tener sociedades más integradas o de representar a todos en la toma de decisiones.

El tercer elemento son las elites. De acuerdo al BM las elites tienen capturado el poder y el gobierno en la región. La gente que tiene acceso es una masa muy pequeña y retroalimenta decisiones a su favor."

¿Cómo quiebras esta desigualdad?
"El único mecanismo que se conoce hoy condicional al modelo económico es la EDUCACIÓN.

Ese 10% de la población en Chile que te mencionaba antes tiene una educación de excelente calidad. Esto crea una situación compleja porque se supone que estás en una sociedad de competencia, donde el más competitivo avanza y surge, pero la verdad no es así porque tu no estás generando las condiciones de competencia e igualdad para que la gente compita en las mismas de condiciones.

Lo que se requiere al menos es generar ciertas condiciones mínimas para que la competencia ocurra, sino estas debilitando la eficiencia de la economía y limitando el crecimiento económico y el espacio para toda la gente que estamos perdiendo, porque en el fondo es eso, estamos perdiendo gente de inmenso valor para el país."

LA EDUCACIÓN ES LA CLAVE

Dante sostiene que en un colegio particular pagado se pagan 200 mil al mes, pero en los otros colegios son apenas 30 mil: "esa es la brecha, casi 10 veces, y se refleja en la calidad de infraestructura, en el nivel de los profesores, y se nota después en el SIMCE y en la PSU. Aquí no hay sorpresas.

El desafío es generar educación de calidad. Los gobiernos de la Concertación han sido exitosos en la cantidad de colegios, así que al menos eso ya está resuelto, la cobertura.

Ahora bien, el gobierno subvenciona pero hay un error en esto, porque el monto asignado se enfoca en que los niños forman parte de los colegios, no en el tipo de educación que reciben. Por ello el sistema de incentivos debe rediseñarse de pagar a la escuela por mayor productividad o por valor agregado. Es un cambio sustancial e importante que se puede desarrollar con la infraestructura vigente. Esto no soluciona la brecha de factor 10, por lo tanto también debería captar nuevos recursos y orientarlos de alguna manera que ya no premia cantidad sino que premia calidad. Ese seria el eje troncal de una nueva estructura en educación."

En un año de elecciones, ¿quien tiene que diseñar eso?
"Yo sostengo que es lo que deberíamos pedirle a los precandidatos. Al parecer están todos de acuerdo en que hay que mejorar la educación. La pregunta es cómo pasar de cantidad a calidad. Lo segundo, cuantos recursos más se pueden poner. Es inviable subir al mismo nivel, pero ¿cuanto más podemos tolerar como país? ¿que podemos hacer, subir de 30 mil a 40, 50, 60 mil?

Mientras eso no se haga el resto son declaraciones de buenas intenciones. Lo otro importante es jerarquizar, no podemos decir responsablemente 'para los próximos 4 años tenemos una lista de 18 compromisos de la sociedad'. Eso es irreal. En 3 años y tanto hay que definir las prioridades de verdad.

El gobierno próximo va a tener que ser valiente, porque si se toma en serio esto va a hacer todo el trabajo y no va a tener ningún retorno político, porque todas las medidas se van a notar en números en 15 años más.

Es un tremendo desafío, se requiere gente seria, más seria de la que tenemos hoy en día discutiendo."

En nuestro país baja la pobreza pero no baja la desigualdad, ¿cómo se explica esto?
"No hay ninguna relación entre ambos. Chile ha evolucionado en una trayectoria 'positiva' porque no ha empeorado una variable pero baja la otra. Al menos hay una ganancia en bienestar."

Pero el hecho que haya menos pobreza no tiene que ver con que la gente pueda acceder a esa educación que es más cara...
"No, porque la brecha es muy grande y los niveles de ingreso no le permiten competir hacia más arriba. Y eventualmente si pudieran acceder los colegios no lo aceptarían, es una cosa mucho más estructural. Por eso tiene que ser un cambio masivo, un cambio drástico, y no es trivial, requieres diseño y requieres recursos."

Entonces, ¿cómo haces este golpe de timón?
"Yo veo 2 cosas. Primero, una política de tipo 'te voy a sacar plata a ti y a mi para que el niño que no tiene espacios mejore'. No es que yo quiera quitar plata a la gente, sino financiar un programa. Pero, antes, tengo que ver si queremos hacerlo o no, porque sino esto es cándido, una declaración de buenas intenciones. Si lo vamos a discutir, hagámoslo en serio, sino lo dejamos hasta ahí.

Si no damos educación de calidad a un niño nos estamos perdiendo a un posible doctor, músico, científico, artista, abogado, etc. A un posible Claudio Arrau, a un Neruda, un Igor Saavedra… a muchos así ya los perdimos.

La pregunta es… ¿los queremos seguir perdiendo?

Si en Chile la probabilidad de inmovilidad social es del 56%, es decir, no hay mayor competencia, no hay mayor presión, te preguntas: ¿los que están tomando las decisiones son efectivamente los más adecuados?

Yo le digo a mis alumnos: 'para entrar acá se necesitan 700 puntos, que lo obtiene el 5% de quienes dan la prueba. Si hubiera educación de calidad a todos los niños de Chile, ¿cuantos de ustedes estarían en esta sala? Quizás yo tampoco estaría dando la clase, quizás hay alguien más capacitado que no tuvo la oportunidad, que no se educó."

ATINAR A LARGO PLAZO

¿En cuanto tiempo tu estimas que podemos lograr este cambio?
"En 20 años. Vamos a tener frutos intermedios en el corto plazo, pero un cambio grande sólo lo veremos en 2 décadas. Veremos a niños de comunas rurales compitiendo con otros de colegios más avanzados."

¿Habrá otra manera que no sea el Estado quien tome las riendas de esto?
"Aquí hay un problema no menor: hay mucha gente que está convencida que la educación que está recibiendo su hijo es de muy buena calidad, porque ven algún producto que ellos no tuvieron: mejores colegios, con Internet, mas libros, con mejor raciones de comida, etc. Todas cosas ciertas, pero lo que no ven es que no tienen la educación que se necesita para los próximos 10 o 20 años, de mayor integración al mundo. Por lo tanto veo difícil que la gente demande esto, ya que los papás están tranquilos.

Por ello el gobierno es el principal indicado, al menos al comienzo."

En Atina creemos que esto es un tema de tremenda importancia, pero hay algo que nos preocupa: Creemos que como chilenos esto no nos da vergüenza, entonces ¿qué nos pasa?
"Déjame reflexionar: fíjate que la gran vergüenza de Chile, la desigualdad, es tan escandaloso como que recién lo estemos diciendo ahora. Todo esto lo sabemos desde hace muchos años. Entonces, ¿de que vergüenza estamos hablando?

Uno debiera sentir más vergüenza aún, por desconocer cómo vive el otro. Gente de muchos ingresos desconoce profundamente cómo se vive en condiciones de precariedad. Y yo creo que la gente que vive en esas condiciones de precariedad realmente no sabe la brecha que existe. La de verdad.

El punto es, no me interesa la plata del resto, que la gente que gane millones, eso no es el foco. Lo que es triste y realmente ineficiente es que no nos preocupemos de gente que eventualmente puede ser muy productiva, porque lo que a mi me preocupa es que nos perdamos capital humano. Quizás el mejor médico de Chile del futuro sea hoy un niño de Cerro Navia. Y me preocupa que si en el futuro me tengo que operar del corazón ese profesional que potencialmente iba a ser el mejor, se haya perdido.

Es como si estuvieras en tu casa y botaras la comida todos los días, dejaras las luces prendidas, el agua corriendo, es decir botando los recursos. Eso es lo que estamos haciendo hoy.

Entonces la gran pregunta es:
¿NOS QUEREMOS HACER CARGO O NO?"